Unos peces primitivos practicaban sexo con penetracià³n
Los antiarquios, el segundo orden más amplio de los placodermos conocidos y cuyos cuerpos estaban cubiertos por una especie de coraza, vivieron hace aproximadamente 385 millones de años y fueron de los primeros vertebrados con mandíbulas. Ahora, un estudio publicado en la revista Nature sugiere que estas criaturas se reproducían con penetración.
Anteriormente se creía que las hembras de peces primitivos como los antiarquios ponían sus huevos en el agua y los machos los rociaban con esperma. Ahora, el paleontólogo de la Flinders University (Australia) John Long y su equipo han encontrado pruebas de que la fecundación se llevaba a cabo internamente..
Ya en 2008 el equipo de investigadores describió otro pez de 380 años de antigüedad llamado Materpiscis que llevaba a sus embriones en el interior del cuerpo, lo que requiere fecundación interna. Investigaciones posteriores de peces pertenecientes al grupo de los placodermos revelaron la existencia de unos enganches óseos mediante los que se producía la penetración.
El nuevo estudio se centra en una forma más arcaica de placodermos, el llamado Microbrachius, y pone de manifiesto que este tipo de relaciones sexuales comenzó, por tanto, antes de lo que se pensaba.
El hallazgo tuvo lugar cuando Long se encontraba visitando a la paleontóloga Elga Mark Kurik en Estonia el año pasado y ella le mostró unos fósiles deMicrobrachius. Entonces, el experto observó una protuberancia ósea similar a los pterigopodios que tienen los tiburones y las rayas, aunque su estructura era completamente diferente. «Los de los fósiles eran cuerpos sólidos unidos a la estructura ósea del pez y por tanto, no móviles», señala Long. Por eso, para ponerse en posición, se ayudaban de sus extraños brazos hasta encontrar la forma de conseguir la penetración.
El hallazgo tuvo lugar cuando Long se encontraba visitando a la paleontóloga Elga Mark Kurik en Estonia el año pasado y ella le mostró unos fósiles deMicrobrachius. Entonces, el experto observó una protuberancia ósea similar a los pterigopodios que tienen los tiburones y las rayas, aunque su estructura era completamente diferente. «Los de los fósiles eran cuerpos sólidos unidos a la estructura ósea del pez y por tanto, no móviles», señala Long. Por eso, para ponerse en posición, se ayudaban de sus extraños brazos hasta encontrar la forma de conseguir la penetración.